Estamos en la semana de los balances. Me parece muy oportuna esta actividad de situarse en la encrucijada para mirar a la vez hacia atrás y adelante. La deberíamos realizar en más ocasiones. Esta que nos ofrece el cambio anual resulta una excusa, como cualquier otra, para evaluar lo que fue el año e intentar extraer las claves del trabajo durante este nuevo año que en breve se inicia.
Arte para el espectáculo
Las experiencias artísticas modernas han tendido siempre a mantener la distancia entre el espectador pasivo y la obra de arte, de igual modo a cómo el espectáculo teatral o cinematográfico se expone a la contemplación o admiración del espectador. Y también muchos de los análisis que se han realizado de nuestra sociedad y del papel que los medios de comunicación, la propaganda y la publicidad juegan en el engaño, ficción y encantamiento del mundo falso que se nos muestra, han tendido a considerar de forma pasiva y acrítica a los consumidores o espectadores que estamos expuestos al impacto del espectáculo.
De la imagen del mundo al mundo de las imágenes
Las imágenes nos rodean hasta el punto de que muchos pensadores consideran que este mundo espectáculo, escaparate o pantalla está dejando de ser un lugar racional, que la psique de sus ciudadanos, atacada por tantas imágenes, se convierte en la de un espectador obsceno e instintivo que se deja embaucar por la velocidad, intensidad y acumulación de unos datos visuales que acaban por obcecarnos el entendimiento.