Arte sin Estados

A los Estados ya no les interesa el arte o la cultura como factores de integración y legitimación nacional. Pasaron los tiempos en que los ministerios de cultura o de educación tenían por objetivo convertir el arte nacional, la historia y la cultura en factores conformadores de la identidad personal y de la pertenencia a... Leer más →

Arte sin artistas

El sistema moderno del arte no puede existir sin el personaje del genio, del artista que imprime su sello inconfundible en la obra, que la dota de un estilo original y nunca viso hasta entonces, que es capaz de aportar su novedad a la historia ascendente del arte y a la esencia cultural propia de cada nacionalidad. En cierta manera se ha pretendido que arte y artista formen un todo, un objeto autorreferencial al que sólo los expertos o los críticos pueden acceder y, que una vez delimitado y bien definido, se expone en museos y se enseña en las escuelas.

La creación artística en el capitalismo cognitivo

El arte y las experiencias artísticas se han convertido quizás en el lugar privilegiado desde el que visualizar y participar en la crítica y en la generación de alternativas vitales, sociales y políticas. Pero si no se altera el equilibrio entre los agentes de la creación de riqueza material y estética en la sociedad actual, la pretensión de ser artistas, creativos emprendedores, no traerá consigo autonomía ni emancipación. Quizás sí un distinto placer en el trabajo o colmar la ambición de formar parte de esa comunidad imaginada de los creadores, de los artistas, de aquellos que se sacrifican voluntaria y libremente en la hoguera de las industrias creativas.

El arte de las cosas

Las obras de arte, en cuanto mercancías que poseen su mercado, y en tanto objetos que mantienen una especial componente simbólica, nos pueden servir para aclarar las relaciones que las cosas guardan entre sí y con nosotros. Porque el problema aquí no reside en que las cosas o las mercancías posean un valor simbólico que pueda exceder el de su uso material o utilidad, sino en saber cómo se asigna ese valor, quién lo hace, con qué intención y cuál es el proceso que provoca que exista una distribución injusta de la plusvalía generada en la fabricación de valor sígnico, semiótico e identitario.

Arte en el capitalismo cultural

Cuando a las culturas se las dota de derechos, y por tanto de reconocimiento y protección oficial, se están poniendo las bases tanto de la esclerotización del arte, como de la explicación de los conflictos políticos por razones culturales. Se crean así unas instituciones y una burocracia cultural que no sólo debe velar por la conservación y práctica ritual, sino también por el mantenimiento de la situación material que hace posible que siga habiendo artistas de cada cultura. O en el reverso, aflora también un tipo de arte radical desubicado y carente de utilidad que sólo sirve a las élites para comerciar, almacenar valor y crear prestigio.

La experiencia artística bajo el monopolio mediático

Las experiencias artísticas se inscriben en la actualidad en las actividades inherentes a las sociedades del conocimiento, en las que las tradicionales instituciones de producción de subjetividad (Iglesia, Estado, familia, etc…) e identidad se sustituyen por otros dispositivos al nivel del mercado, de la publicidad y de la propaganda, de las industrias culturales y de la experiencia y de la sociedad del espectáculo, en las que las imágenes y las músicas de elevada visibilidad están adquiriendo una alta predominancia

Arte para el espectáculo

Las experiencias artísticas modernas han tendido siempre a mantener la distancia entre el espectador pasivo y la obra de arte, de igual modo a cómo el espectáculo teatral o cinematográfico se expone a la contemplación o admiración del espectador. Y también muchos de los análisis que se han realizado de nuestra sociedad y del papel que los medios de comunicación, la propaganda y la publicidad juegan en el engaño, ficción y encantamiento del mundo falso que se nos muestra, han tendido a considerar de forma pasiva y acrítica a los consumidores o espectadores que estamos expuestos al impacto del espectáculo.

De la imagen del mundo al mundo de las imágenes

Las imágenes nos rodean hasta el punto de que muchos pensadores consideran que este mundo espectáculo, escaparate o pantalla está dejando de ser un lugar racional, que la psique de sus ciudadanos, atacada por tantas imágenes, se convierte en la de un espectador obsceno e instintivo que se deja embaucar por la velocidad, intensidad y acumulación de unos datos visuales que acaban por obcecarnos el entendimiento.

Arte para la utopía

Arte para la utopía o cómo las experiencias artísticas influyen en la experimentación política, social y comunitaria. Toda experiencia artística es política, en la medida en que es construida activamente por cada sujeto en el marco de unas mediaciones y de un ritual esencialmente sociales.

Arte para la vida

Si nos cuesta tanto transformar el mundo presente, abordar proyectos autónomos, alternativos y novedosos, vivir en otro tipo de comunidades más libres y creativas, avanzar en el camino de la autonomía y de la emancipación, es por culpa también de las experiencias artísticas en las que estamos involucrados, mediadas por una publicidad, una propaganda y un mercado de experiencias que no nos ofrecen las oportunidades cognitivas y perceptivas para dar el salto, que sólo nos anuncian la posibilidad hegemónica de un mundo precario y que además nos domina.

Entre la cultura y la naturaleza

Los occidentales nos hemos situado siempre, en nuestros contactos con otros mundos-culturas, en una situación de privilegio, lo cual significa que nos hemos colocado al margen y que desde nuestra atalaya, y de forma totalmente asimétrica, hemos estudiado al resto de la humanidad en comparación siempre con la imagen que tenemos de nosotros mismos como civilización. Cada vez que advertíamos que una cultura-mundo no era capaz de percibir alguna de las cosas de nuestra cultura-mundo occidental, eso en sí mismo lo considerábamos una merma humana, le añadíamos una valoración ética a nivel de sufrimiento o carencia; y como consecuencia de la peculiar idiosincrasia de nuestro humanismo universalista, deducíamos que teníamos la obligación moral de despertarles para que en su mundo también pudieran entrar nuestros híbridos culturales y tecnológicos.

Arte para la emancipación

No creo que la sola lectura comparada del Quijote y los Upanishads , o de la Biblia y el Corán, la audición del Himno de la Alegría, nos vaya a allanar el camino para que las personas podamos formar comunidades. Creo que esos diálogos culturales nos distraen del verdadero reto en el que se deberían inscribir las experiencias artísticas y la construcción continua y flexible de imaginarios, que consiste en fabricar mundos y realidades y naturalezas en común.

¿Arte para la política?

El concepto de hegemonía cultural de Gramsci puede resultar útil para entender la dificultad que entraña cambiar la realidad social sin que a la par podamos alterarnos a nosotros mismos y nuestros modos o formas de vida. Una transformación que sólo puede verificarse movilizando lo simbólico y que se lleva a cabo a través de las experiencias artísticas, que no olvidemos, se fundan en las relaciones simbólicas que establecemos entre los humanos y las cosas.

La estética en la política moderna

La esperable democratización de la sociedad y la expansión de una cultura de la creatividad libre en materia cultural, artística y tecnológica, dependerá de la capacidad para utilizar los medios e instrumentos ya existentes, el imaginario y el sistema simbólico consolidado, para reorientarlo, subvertirlo y deformarlo

El sistema de las bellas artes

Las obras de arte se están transformando en pretexto para la diversión, el turismo y el entretenimiento, materia prima de las industrias culturales y del ocio, en las que la experiencia directa de la obra de arte se sustituye por una experiencia mediada que utiliza el prestigio y los espacios museísticos para crear servicios y mercancías alternativos a la experimentación de la obra por sí misma.

Estereotipo, mímesis y representación

……..continúa… La idea tradicional de la belleza y de la fealdad en el arte se asemeja mucho al concepto de estereotipo, una forma de clasificar prejuiciada que impone una lectura unidireccional de la realidad y sujeta a unas claves interpretativas simples y canónicas. El estereotipo simplifica la realidad deformando y obviando propiedades fundamentales de la... Leer más →

La política de lo bello

…….continúa… La belleza se ha convertido en un concepto fuerte, cargado de significados que se han ido acumulando y destilando, sobre todo, durante los últimos 200 años, desde que Baumgarten al definir la estética, que en principio sólo debía tratar de lo que su etimología nos dice, de la índole de las percepciones y de... Leer más →

La tiránica ley de la belleza

……continuará… La belleza, de la que hemos estado hablando en el capítulo anterior, se fabrica socialmente a través de un proceso mental de promediado que categoriza las imágenes y los sonidos que cada persona ha percibido históricamente, un mecanismo de conceptualización que depende de la emoción, y en el que tanto los poderes del Estado... Leer más →

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