RECUPERANDO EL PLACER

Epicuro o la escuela del Jardín. Frente al Liceo, la Stoa y la Academia, la praxis del placer, la filosofía del cuerpo. El epicureísmo fue la gran corriente filosófica perdida, olvidada, más bien, sepultada, porque no ha dejado una tradición tan influyente como la del estoicismo, Platón o Aristóteles, de tanta influencia en la filosofía occidental, en el cristianismo, en la praxis política y la moral. Por desgracia. Sin embargo, no empezaron mal las cosas para el epicureísmo. Recuérdese que Demócrito influyó profundamente en esta corriente filosófica, y por tanto, el atomismo, junto con otras teorías científicas epicúreas, que desafortunadamente no tuvieron continuidad y que el tiempo les ha dado en cierto modo gran parte de razón, como se advierte en el magnífico libro de S. Sambursky “El mundo físico de los griegos”. Recuérdese el gran poema científico de Lucrecio “De rerum natura”, primer texto filosófico de entidad en lengua latina, enmarcado en la corriente epicúrea. Los textos de Epicuro fueron perseguidos, destruidos y escondidos. Una de las fuentes modernas de más valor al respecto precisamente los tuvo bajo llave la Iglesia durante muchos siglos, los escritos vaticanos. Necesitamos a Epicuro, su filosofía del placer, su mundo sin dioses, su praxis libertaria. Recomiendo dos libros de Carlos García Gual, “Epicuro” y “La secta del perro y vidas de filósofos cínicos”, y otro de Emilio Lledó “El epicureísmo”, escritos por dos destacados estudiosos del mundo griego. Confío en la luz que arroja el hedonismo ateo, materialista y anarquista de Epicuro, apuesto por su magisterio para un mundo futuro más justo y placentero.

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