Otra vez Haendel

Este año se suceden los conciertos en los que el plato principal lo constituyen las arias más famosas de Haendel. Muy agradable, por cierto. El músico alemán creó auténticos hits de la música de todos los tiempos, y supo delinear personajes de fuerte carga emocional. Su música posee un brillo y una delicadeza muy especial. A pesar de su carácter hosco y su fama de tirano, su amor por la voz y su deseo de extraer de sus cantantes (y especialmente los castrati) los máximos recursos expresivos, lo han convertido en un referente de lo que significa el barroco como movimiento expresivo.

Algunas de estas arias las hemos escuchado tantas veces en tantos registros y ocasiones diversas, que resulta muy difícil sustraerse de ellas cuando nos enfrentamos en directo a una nueva versión. Sobre todo el disco o la grabación digital hace que tendamos a asociar estas canciones con determinados intérpretes o versiones que se nos han clavado en la mente como cánones de excelencia, y que desgraciadamente a algunas personas les impide apreciar las interpretaciones que están escuchando en directo, sobre todo, cuando estas difieren de las versiones canónicas de los oyentes.

Como estas arias las he escuchado recientemente, y  más a menudo también, por contratenores que por mujeres, y como he notado una creciente expectación mediática cada vez que era el contratenor el que cantaba en lugar de sus contrapartes femeninas, me pregunto si ya hemos llegado al punto en que se esté dando cierta competencia entre ambos tipos de voces a la hora de afrontar un mismo repertorio barroco. Hace unos años esta pregunta carecía de sentido, pero ahora que proliferan los contratenores de talla y capacidad, quizás estemos alcanzado uno de esos momentos en los que las estéticas tradicionales se ponen en cuestión.

El jueves pasado asistí a uno de estos recitales haendelianos, en este caso, interpretado por el magnífico contratenor argentino Franco Fagioli. La expectación que estos cantantes despiertan ya se asemeja a la de auténticas prima donnas. Y sobre todo, si se ven los vídeos de óperas que protagonizan estos «castrati modernos», se observa que la combinación de drag queen y mórbidas escenografías, le confiere un especial valor y atractivo a la participación de contratenores en detrimento de las mujeres. No creo que vayan a desparecer las mezzo-sopranos y las contraltos en las representaciones de óperas barrocas, sin embargo, sí creo que la proliferación de contratenores ya está teniendo un impacto en la estética con la que se representa el barroco en nuestros días, y que este cambio o evolución afecta también a la forma en que las propias mujeres interpretan este repertorio. ¿o no?

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