Se ha reducido notoriamente el peso de las asignaturas de humanidades en la educación. Esto se produce cuando todavía no habíamos sido capaces de crear un sistema educativo que más allá de lo puramente memorístico, de enseñar el canon occidental, el patrimonio nacional, y la cultura oficial, hubiese sido capaz de crear un entorno de aprendizaje en libertad, participativo, creativo, dialéctico que hubiera sustituido el concepto de aprender las humanidades por el de vivir y participar en la cultura y la creación artística.
El problema no reside en el peso que poseen las ciencias en relación con las humanidades, sino, entre otras cuestiones, en seguir perpetuando la falacia de la escisión del conocimiento, de la mente racional y del espíritu, del arte y de la ciencia, de haber convertido, en esencia, la educación, en una actividad instrumental a la perpetuación de un determinado orden económico y político injusto, con independencia de si se da menos latín en detrimento de la contabilidad.
La escuela como lugar de socialización, de construcción del sujeto social, ha ido perdiendo peso. Fue una institución que surgió en las sociedades de disciplina (según terminología de Foucault) del siglo XIX, sustituyendo a otras instituciones previas de la sociedad de castigo, y que ha persistido en la sociedad de control propia de gran parte del siglo XX, pero que resulta ya muy poco útil en la sociedad del auto-control característica de la posmodernidad. Porque la educación actual todavía se parece demasiado al adiestramiento, a la imposición de una burocracia cognitiva a la que las nuevas formas de aprendizaje en redes cooperativas y de creación están poniendo en severa cuestión.
¿Hemos de intentar reintroducir las humanidades en esas guarderías burocráticas desfasadas que son hoy nuestras escuelas, o en cambio, deberíamos optar mejor por denunciar el concepto de educación republicana -el patriotismo constitucional- y jacobina donde las humanidades, como cualquier otra disciplina científica o artística, se incluyen únicamente por su carácter instrumental en el seno de un conflicto entre lo público y lo privado –entre las nacionalidades o las civilizaciones- que únicamente sirve para delimitar espacios de juego y debate entre una derecha y una izquierda cuyas ideologías se han degradado en pura publicidad al servicio del mercado electoral?
En iVoox:
Bingo!! El dedo en la yaga!!
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