Tengo la fortuna de poder asistir a numerosos conciertos. No siempre realizo comentarios en este blog. A veces por falta de tiempo, y otras por no haber experimentado cosas significativas que contar. No aspiro a convertirme en crítico musical. Mi testimonio sólo refleja lo que la experiencia de un determinado concierto me ha aportado a nivel de emoción o conocimiento. Y escribo sobre ello, no tanto para influir u orientar sobre intérpretes u obras musicales, sino como una forma más de compartir, a través de mi blog, experiencias, pensamientos y actividades, de acercar, en este caso, el mundo de la música de concierto, a las personas que me podáis leer.
En este caso voy a contar de forma muy sucinta, algunos de estos conciertos acaecidos durante febrero y parte de marzo.
Lamentablemente no asisto a muchos conciertos de jazz. Quizás el Auditorio Nacional de Música no sea el mejor ambiente para programar este tipo de espectáculos. Pero el Estefano Bollani Danish Trio nos ofreció una sesión realmente divertida y cuajada de ingenio y de sentido del humor, sobre todo en los envites virtuosísticos que batería y piano se lanzaron a lo largo de toda la velada, y en la que el contrabajo ofició de afortunado y solvente testigo.
Asimismo, en unas coordenadas muy distintas, el trío formado por Jose Miguel Carmona (guitarra de Ketama), Javier Colina (contrabajo) y Bandolero (percusión), interpretaron diferentes improvisaciones sobre varios temas queridos, y en los que les acompañaron tres amigos comunes, la cantaora Sandra Carrasco, la armónica de Antonio Serrano y la trompeta de Manuel Machado. En este caso, la presencia ubicua del contrabajo, y su maravillosa fuerza expresiva y rítmica, consiguió amalgamar a los diferentes ensembles y piezas a través de su rotundo hilo conductor. Sin embargo, jamás olvidaré la farruca que tocaron juntos Javier Colina, en este caso al acordeón, y Carmona a la guitarra.
En otra dimensión, el grupo de polifonía Ars Nova Copenhagen ofreció, en el Museo Reina Sofía, un programa por el que desfilaron seis siglos de música vocal. El programa estaba dedicado al compositor Arvo Pärt, del que se interpretaron 4 obras, una de ellas compuesta para esta ocasión. Siempre me sorprende la capacidad que poseen algunos grupos vocales para ser capaces de cantar con tanta solvencia músicas procedentes de tan variados rincones y épocas. Esto no ocurre con las orquestas, ni con tantos grupos instrumentales o incluso solistas, pero a nivel vocal, el hecho de que en apenas durante una hora de música se pueda pasear por lugares tan diferentes, aporta una visión de paso del tiempo y del arte muy particular. El concierto fue memorable, pero a mí me sorprendió, sobre todo, el Magnificat del compositor renacentista hispano-mexicano Hernando Franco, las dos obras de Alonso Lobo (el Ave María y el motete Versa est in luctum) y la antífona Ear for EAR de ese prodigio de artista sonoro que fue John Cage.
La música cinematográfica también tuvo su espacio, en este caso protagonizada, en el doble papel de intérprete y compositor, por Michel Nyman y su orquesta. El afamado artista británico nos ofreció una muestra amplia de tantas melodías conocidas. A mí su minimalismo, desprovisto de la parte visual, no me atrae demasiado, pero se generó en el auditorio un ambiente tan electrizante que me sedujo, sobre todo al reconocer el derroche de energía que sus músicos desplegaron sobre el escenario. Nyman se nutre de la corriente minimalista norteamericana, un estilo musical que no me resulta demasiado atractivo, aun cuando haya disfrutado de excelentes obras de John Adams o Philip Grass, por ejemplo.
El concierto que se celebró en León el 16 de febrero en torno a arias de Haendel fue muy especial. Porque los tres intérpretes consiguieron recrear lo que ellos denominaron un Haendel de bolsillo, es decir, unas versiones de varias arias adaptadas para contratenor (Xavier Sabata), clave (Kenneth Weiss) y violín (Lina Tur Bonet), a partir de sus correspondientes partituras orquestales. Fueron arias para contralto que la voz teatral y sólida del contratenor catalán interpretó con gran variedad de sentimientos, unas obras compuestas para el famoso castrati Senesino, un virtuoso del canto spianato.
Unos días después el magnífico grupo Música Boscareccia nos ofreció un programa centrado fundamentalmente en las cantatas de Domenico Scarlatti, interpretadas por la soprano Alicia Amo. Las cantatas italianas, a diferencia de las alemanas, poseen un argumento profano, muchas veces amoroso, y nos ofrecen un muestrario exquisito de afectos, de sentimientos y de pura experimentación declamatoria y musical, en la que a través de una serie de códigos la música va fluctuando entre emociones al hilo del texto poético. A mí me entusiasmó la última de las cantatas “Per nel sonno al men tal’ ora”.
Hasta en sueños, a veces,
Se me aparece la que me enamora
Para consolar mis penas.
¡Oh, Amor! Haz que mis sueños
Sean más veraces, si eres justo,
O no hagas que me despierte.
Pocos grupos pueden alardear de haber cumplido 30 años de existencia. Es el caso de Cosmos 21, que el 14 de febrero nos alegró la tarde con la celebración del 30 aniversario de su primer concierto, en el Círculo de Bellas Artes. Una selección de obras elegidas por votación sobre las que el grupo ha estado interpretando, y que fueron ofrecidas en forma de regalo al público amigo que nos citamos para tan entrañable ocasión. Afirma el programa de mano del concierto sobre Cosmos 21:
Ha sido pionero en Europa en la consideración del concierto como un espectáculo integral en el que se tuvieran en cuenta aspectos extra musicales como son el vestuario, movimiento escénico, luminotecnia, además de la preocupación por los conciertos pedagógicos y de dotar de fuerte carga comunicativa cada programa.
Precisamente esto es lo que pretende el Festival de Músicas de Nuestro Tiempo de Alicante, intentar ofrecer al público una experiencia de concierto menos tradicional y más coherente con las necesidades sociales, y con el objetivo claro de atraer un público diverso y más amplio. El festival ha incorporado la posibilidad de iluminar con variedad cada uno de los espectáculos, de ofrecer soporte audiovisual, e incluso de integrar otras artes, como ocurrió en el magnífico concierto que nos ofreció la saxofonista Elisa Urrestarazu, y en el que dos bailarines complementaron la música con acierto y gran belleza.
Josep Vicent es el director artístico de este Festival, y el domingo pasado ofició de director musical de la Orquesta de Cadaqués, un grupo cuajado de espléndidos intérpretes, y para el que diseñó un programa musical muy bien armado en torno a obras de Stravinski, Óscar Navarro, Joan Albert Amargós y John Adams. Me emocionó especialmente el segundo movimiento del ConcERT Exprés para flauta de Amargós, exquisitamente interpretado por Julia Gallego. La pasacaglia del Septeto de Stravinski, y algunos momentos mágicos de la obra de Adams, sobre todo la parte lenta y pausada y en la que los armónicos de las cuerdas entran en unos loops realmente mágicos.
Deja una respuesta