Porque no renuncio: índice

Comparto el índice «narrativo» de mi próximo libro de poesía, «Porque no renuncio», que acabo de enviar a la imprenta.

Llamo «narrativo» al índice, porque el nombre de los poemas están incluidos, por orden de aparición, en una texto que ofrece una descripción del contenido y también un cierto hilo conductor que ayuda a la interpretación de los poemas. No es que sea imprescindible leer el índice narrativo para entenderlos, ni tampoco creo que los poemas tengan una interpretación única. Pero lo incluyo aquí como anticipo e ilustración de lo que será mi próximo poemario, más extenso que los anteriores y en este caso, sin ilustraciones.

índice

(en negrita los nombres de los poemas y de los capítulos. Los superíndices indican las páginas en las que encuentran)

Quizás publique otro poemario, porque no renuncio ni a la ira ni al deseo todavía, ni a seguir escribiendo contra los que fabrican a los señalados, que somos muchos de nosotros, y también contra los que erigen la figura de los otros para crear artificialmente escenarios de confrontación y odio. Supongo que dios ya lo sabía, que el genocidio contra inocentes sería una señal del siglo XX y también parece que del XXI. Pero eres tú y también yo, nosotros, los que tenemos que luchar hasta que se agote la pila, porque los derechos, la libertad y la igualdad jamás nunca han sido regaladas, ni otorgadas.

Vivimos ya en un mundo de grandes corporaciones, como amazon, google, instagram, microsoft, airbnb, que han usurpado la capacidad de internet para crear entornos de libre acceso a la materia y al conocimiento, empresas de auténticos vampiros que están creando un mundo virtual donde los humanos sólo participamos como muñecos de un gran videojuego, en suma, un mundo sólo apto para psicóticos.

Me gustaría que no todo fuese negro, razón por la cual he querido mostrar este libro, que como una reliquia o grimorio, intenta atesorar pensamientos de siempre, enhebrar con los hilos de la tradición libertaria una narración crítica y a la vez liberadora sobre este mundo. Ya lo dijo la Sibila, que aunque tengamos miedo y vértigo ante el futuro, debemos confiar en nuestra capacidad para cambiar las cosas. Pero nos creemos débiles, y nos han convertido en personas desconfiadas y recelosas que nos dejamos llevar por los acontecimientos, con apenas poder de influencia. En este mundo frenético resulta imprescindible darnos una tregua, y así todos los días, encontrar huecos para pensar, reflexionar y juntarnos con los otros al margen de las redes sociales, evitar el sumidero caótico en el que nos quiere arrojar la vertiginosa aceleración de la realidad.

Me siento engañado, como tú, por esa falsa palabrería que se ha fraguado en torno a conceptos tan valiosos como el de libertad o igualdad, también sobre la humanidad, los derechos o la democracia. También sobre esa falsa escoria a la que llaman migrantes y que llena el mediterráneo de cadáveres, ese objeto económico tan valioso al que denominamos turistas. Porque entre nosotros ya no caben esas ambigüedades y discriminaciones en torno a la piel o las lenguas, y que en suma esconden la verdadera discriminación, que no es otra que la económica.

Quizás sea necesaria una nueva teodicea al margen de los dioses, encontrar alguna nueva o vieja utopía que nos haga afrontar el gran enemigo de nuestro tiempo, el miedo, que los dueños de la morgue nos han inyectado y que entorpece el real camino hacia la democracia, o mejor aun, para la revolución.

Si, soy de los que piensan que el capitalismo ha creado un mundo infame, y si el azar cuenta, que nos sirva para encontrar las fisuras que nos permitan escribir otro mundo, como ese último pasajero que soy yo – que eres tú también – cuando miro al Este en busca de la salvación.

No sólo creo en la ira, también en el deseo como fuerza solidaria capaz de destruir y crear mundos, tanto en la cama como en la política. Creo en la sombra de tu aleteo, y quizás en el onix que olvidaste, porque un último sorbo de ti puede ofrecerme la solución a ese oráculo lésbico que me asalta cada vez que me enajenan el alma en una agencia de objetos perdidos. Os pido una metamorfosis, qué fácil verdad, un cambio de piel imprescindible para que nada nuestro se pierda, para recuperar esa inocencia salvaje del adolescente en eras de la dignidad y del amor más impuro.

Quiero volver a escuchar a Monteverdi, porque quiero recuperar aquella belleza que se diluye en un suspiro, para cuando se vaya el deseo o el amor, volver a respirarlo en sus mágicas disonancias. Por eso te lo pido, léeme, porque ya viejo estoy consiguiendo recuperar la confianza por este mundo y porque siempre te busco, deseo, allí donde quieras esconderte. Ya dejé de creer en fábulas puritanas, ni en dioses omnipotentes. Confío, sin embargo, en maría violada por algún genio benévolo capaz de irradiar himnos a la alegría. ¿A qué otra cosa más digna podemos aspirar? Ya nada será lo mismo, ojalá de la ira pueda nacer el amor, el deseo. Lo soñé antes de escribir estos poemas, antes de escribir la descripción de tu ventana, porque creo que del asco y la revuelta,hasta bien pronto podrá nacer algo indómito y liberador, contra este apresado en el que parece que me estoy convirtiendo, y contra el que elevo todavía este mi poema último, como un aleteo de esperanza.

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