OMNIA SUNT COMMUNIA

Me gustaría añadir unas palabras al post “Todo es de nadie”.

“¡Todo es de todos!”  exclamaban los revolucionarios de Thomas Müntzer en el siglo XVI. En plena guerra de religiones entre la reforma y la ortodoxia trentina un grito atemorizaba por igual a protestantes y contrareformistas: “¡Omnia sunt communia!”, que abogaba por compartir la tierra y eliminar las prerrogativas de los nobles y la iglesia sobre el trabajo de los labriegos. La novela “Q”  narra magníficamente estos hechos, las guerras campesinas que se extendieron por el Sacro Imperio Germánico y sobre todo, el levantamiento anabaptista de Müntzer entre los años 1524 y 1526.

La lucha por la tierra, no tanto por su reparto, como por compartirla entre los que la trabajan, por no dejar que se convirtiera en un bien privado y siguiera siendo común, se remonta mucho más allá del siglo XIX y la privatización de tierras comunales que impuso el liberalismo económico. El movimiento contra las “enclosures” o cercados de tierras por los nobles y burgueses colma la historia de Europa hasta tal punto que otras luchas por el poder político, económico o religioso se postergaban con objeto de conseguir grandes alianzas contra los siervos, campesinos y mineros.

Luther Blisset narra en “Q”  esa lucha concreta desarrollada en Centroeuropa. Pero  Luther Blisset no es nadie, no es un autor clásico al que sustenta una persona, un sujeto, sino un colectivo de acción cultural y política que en 1994 se amalgamaron bajo esa identidad común con objeto de dinamitar los proyectos empresariales excluyentes de la gran industria cultural y del espectáculo. Y consiguieron que otras muchas personas y movimientos adoptaran el grito “¡Omnia sunt communia!” como banderín de enganche en sus luchas a favor de los bienes comunes.

Cinco activistas italianos de  Luther Blisset formaron en el año 2000 la Fundación Wu Ming, que en la misma línea fomenta la creación cultural libre y gratuita, bajo la proclama de “la revolución sin rostro”.

Casi todos estos movimientos por la tierra basaron su ideario y encontraron fundamentación religiosa en los textos originales del Evangelio y de la Biblia, donde poco se habla se propiedad y sí mucho de comunidad de bienes. Conocemos el comunismo fundamentalmente por la obra de Marx y Engels, pero el término comunistas se empleó mucho antes. Tierradenadie ediciones publica la revista digital y gratuita YOUKALI, que en su último número incluye una ponencia que organizó la Asociación de Estudiantes de Filosofía “La Caverna” bajo el título “Qué es el comunismo”  y donde se dice: “El término ‘comunista’ alude directamente a lo común: a lo que es de todos y se comparte, a lo que nos une. En este sentido alude a algo evidentemente positivo y, así, en los idiomas de origen latino, con esa raíz se forman palabras como ‘comunidad’, ‘commonwealth’, o ‘commune’. Expresiones todas ellas ‘positivas’, al igual, por cierto que la palabra ‘comunión’”.

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