Ravel junto a Prokoviev

Era un poco absurdo, ¿no? Estaba leyendo un libro que se titula «Contra el arte y el artista«, y allí estaba yo, sentado en el patio de butacas ante 100 músicos, un director de orquesta y un afamado intérprete de piano. A veces nos sorprendemos haciendo cosas realmente raras. Y lo cierto es que el libro me estaba resultando interesante, y  comparto, además, muchas de sus reflexiones.

La noche que se interpretó en Moscú por primera vez la 5ª sinfonía de Prokoviev, las tropas rusas estaban atravesando el río Vístula y se dirigían triunfales hacia Berlín. El público asistente estaba eufórico, y el compositor, que además la dirigía, no los defraudó, porque su composición alegre, festiva, jovialmente disonante y por momentos eufórica conectó de inmediato con la audiencia. Quince años antes, Ravel había compuesto su concierto para piano, influido por el jazz, los glisandos y la música de Gershwin. En fin, dos obras muy diferentes que no logro relacionar, pero la noche no estaba para encontrar muchas conexiones, ni para comprender vínculos ignotos, así que me fui a casa a terminar de leer mi libro contra el arte y los artistas, más contento que unas castañuelas.

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