
El miércoles pasado el Trío Arbós y el cantaor flamenco Jesús Méndez nos ofrecieron un concierto insólito sobre el que habrá que meditar. Estos intérpretes asumieron el reto de integrar el flamenco en la música contemporánea, no como algo meramente folclórico, sino con el valor de considerar este género oral como materia prima sonora de nuevas creaciones, en una lectura de la tradición provocadora y muy emocionante. Se estrenaron nada menos que 7 obras de unos 10 minutos de duración cada una. Entre las que el Jesús Méndez abordaba los palos flamencos fuente de inspiración de las obras correspondientes: soleá, fandango, tiento, tango, malagueña y bulería. Sólo el compositor Mauricio Sotelo se atrevió a incorporar al cantaor en su propia creación contemporánea, en una obra singular procedente de uno de los compositores españoles que con más pasión e interés han trabajado por esta integración del ritmo, las melodías y las esencias flamencas.
El estreno de esta propuesta en el Auditorio Nacional de Música logró sorprender, y hacer reconsiderar algunos de los parámetros habituales que utilizan los oyentes tradicionales de la música clásica. Tanto el público habitual del flamenco como el de la música seria, creo que se vieron conmovidos por esta experiencia. Tanto, que creo que fue el único concierto en el que pude advertir que un número apreciable de personas abandonó sus asientos antes de finalizar el espectáculo.
La obra se ofreció el fin de semana en Badajoz, y dentro de tres semanas en Cádiz.
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