Observar la relación entre la música y la poesía parece que nos obliga a adentrarnos en las definiciones de ambos géneros artísticos y comprobar los elementos comunes que hacen que música y palabra, y en concreto, la poesía, hayan estrechado tanto sus vínculos a lo largo de toda la historia de las artes. Sin embargo, las definiciones de música y de poesía no son únicas, y por ende, no clarifican del todo la tendencia de ambas artes a darse en conjunción. Todas las definiciones de música y poesía dejan zonas fronterizas que a lo largo de la evolución histórica de ambos géneros se han ido ampliando, lo que ha dado pie a definiciones cada vez más amplias y por tanto, menos concisas y claras, tanto de la música como de la poesía. Pero son precisamente estas zonas fronterizas de la poesía y de la música las que arrojan más luz sobre las relaciones entre la música y la palabra poética.
La música es el tipo de arte que ofrece un significado más difuso. Por ello la música es el género artístico que más emoción despierta en el espectador. Puede decirse que una de las funciones principales de la música ha consistido en colorear emocionalmente a otras artes, y en concreto, a aquellas que más se relacionan con la palabra, la poesía lírica, dramática o épica. Porque la literatura, o el arte de la palabra, es de todas las artes la que más significado aporta. Por ello, la poesía en tantas ocasiones se la ha adjetivado de musical, en la medida en que la rima, su rítmica interna de acentos, la asemejaban a la música, y en ese sentido, convertían también a la palabra en un arte menos objetivo y también de significado más difuso.
Ejemplo musical
De “La Canción de la Tierra”, G. Mahler
De la juventud (según Li-Tai-Po)
En medio del pequeño estanque
hay un pabellón
de verde y blanca porcelana.
Como el dorso de un tigre
se comba el puente de jade
hacia el pabellón.
En la casita unos amigos sentados
bien vestidos, beben y charlan…
algunos escriben versos.
Sus mangas y gorros de seda
se deslizan hacia atrás
cayendo alegremente sobre la nuca.
En la superficie silenciosa
del pequeño estanque todo se refleja
maravillosamente como en un espejo:
Todo está cabeza abajo
en el pabellón
de verde y blanca porcelana.
El puente semeja una media luna,
con su arco invertido. Unos amigos,
bien vestidos, beben y charlan.
Puede decirse que la palabra objetiva la emoción que despierta la música, le aporta un significado, por lo que ambas artes se ven mutuamente potenciadas en esta alianza. Por ello han estado siempre tan vinculadas a través de los cantos sagrados, épicos o amorosos. De ello nos da cuenta, por ejemplo, los cantos homéricos en los que un aedo los interpretaba acompañado de una lira, algo que ha formado parte de la historia de la humanidad en casi todas las culturas, la fusión de la poesía con la música.
Ejemplo musical
Del “Himno homérico a Deméter”
Los Himnos homéricos son una colección de poemas épicos griegos en honor a diferentes dioses. El dedicado a Deméter se considera el más antiguo, escrito en el siglo VII a. C., en tiempos de Hesíodo. El Himno a Deméter (diosa griega de la agricultura, protectora del matrimonio y de la ley sagrada) narra el rapto de su hija Perséfone por Hades (dios del inframundo), las andanzas de la madre y el regreso de la hija a la tierra sólo durante un semestre.
Por ti, Deméter augusta, la de hermosa cabellera,
entonamos este himno, y Perséfone tu hija
a la que Hades robó, con el permiso de Zeus,
cuando en aquella ocasión, alejada de su madre,
mientras alegre jugaba con las hijas de Océano,
al par que cogía flores: azafrán, violetas, rosas
y gladiolos y jacintos, y narcisos delicados
que la tierra hizo brotar para halagar a los dioses.
Pero una brecha se abrió en la llanura de Nisa,
y allí surgió el soberano con sus yeguas inmortales
el que fuera hijo de Crono y que tiene tantos nombres;
y aunque puso resistencia, de ella se apoderó.
Por esta razón, ha sido en esta frontera de la música como subjetividad, y de la palabra objetiva, donde ambas artes se han visto entrelazadas con más fortuna. Y la que ha dado pie a tantos debates y hallazgos artísticos en torno al papel que jugaba la palabra y la música en esta fusión. Ya sea la querella de los bufones, o la revolución músico-poética de Monteverdi, o las vicisitudes del bel canto, la reforma operística de Gluck, la música del futuro de Wagner. o el sprechgesang de Schönberg. Porque ha sido en estos conflictos o diferentes formas de entender esta fusión poética y musical, en las fronteras de ambos géneros artísticos, la que ha empujado en muchas ocasiones la evolución de la música a lo largo de su historia.
Ejemplo musical
De “Pierrot Lunaire”, A. Schönberg
Ciclo de 21 canciones que utilizan los poemas de Albert Girauds, compuestas de forma atonal para soprano (que canta en sprechgesang o sprechstimme -canto hablado), inspirado en las cantantes de cabaret) y que narran las vivencias sexuales, criminales, blasfemas de Pierrot.
Vals de Chopin
Como una pálida gota de sangre
tiñe los labios de una enferma,
así descansa en estos sonidos
un mórbido encanto destructivo.
Los acordes de una pasión salvaje turban
el frío sueño de la desesperación…
como una pálida gota de sangre
tiñe los labios de una enferma.
Feroz y triunfante, dulce y anhelante,
melancólico y sombrío vals,
tu nunca abandonarás mis recuerdos,
¡te has adherido a mis pensamientos
como una pálida gota de sangre!
Pero también es cierto que en algunos momentos históricos ambas artes se han alejado, aunque sin darse la espalda del todo. En la medida en que la poesía se mantuvo como un arte fundamentalmente oral, que se recitaba en público, y por tanto que era representada e interpretada por un aedo, juglar, rapsoda, actor o monje, mantuvo una relación muy estrecha con la música, el arte que por antonomasia debe ser interpretado en cada ocasión. Pero la transformación en Occidente de la poesía en un arte solitario, que se lee individualmente, con voz callada, ha repercutido muy negativamente en la armonía entre ambas artes musicales y poéticas, lo que provocó, por un lado, el auge del “sinfonismo” abstracto o de la “música pura”, y por otro lado, que la poesía se haya convertido paulatinamente en un arte minoritario.
Las obras de arte siempre han guardado una estrecha relación con la memoria, como artefactos singulares que sirven para conservar el recuerdo de las sociedades a través de formas vivas de transmisión, tales como la poesía épica, transmitidas oralmente entre generaciones. Por ello las nueve musas de las artes eran hijas de Mnemosine, la diosa de la memoria, y todas ellas mantenían una estrecha relación con la música, no sólo Euterpe la musa de la música, sino también el resto de sus hermanas. Cada una de las nueve musas personificaban todas las formas de representación de los versos, ya fueran épicos, históricos, sagrados, amorosos, dramáticos, cómicos e incluso filosóficos y hasta científicos. Recuérdese que la mayor parte de la filosofía presocrática fue escrita en hexámetros dactilicos, y que obras como “De la naturaleza de las cosas” de Lucrecio, en hexámetros latinos. Ciertos atavismos de esta relación entre música y ciencia o poesía, se ha dado hasta hace poco en nuestras escuelas, donde la tabla de multiplicar y otros enseñanzas geográficas o históricas se han recitado acompañadas de una cantinela que ayudaba a su memorización.
Ejemplo musical
Del “Epitafio de Seikilos”
El Epitafio de Seikilos es la composición musical completa más antigua que se conserva actualmente. Aunque las Canciones hurritas de la Antigua Mesopotamia son más antiguas, en ese caso se trata de fragmentos y no de composiciones completas. El epitafio data probablemente del siglo I o siglo II d.C., y es parte de una inscripción griega escrita en una columna de mármol puesta sobre la tumba que había hecho construir Seikilos para su esposa Euterpe.
Mientras vivas, brilla,
no sufras por nada en absoluto.
La vida dura poco,
y el tiempo exige su tributo.
Música y poesía, una relación armónica, pero qué duda cabe, también conflictiva, en la medida en que la música podía perturbar la comprensión del texto u ofrecerle un sentido o una emoción que desvirtuaba el sentido o la razón original de las palabras. Recuérdese la relación ambigua que Platón mantiene con la música, a la que considera esencial en la educación del ciudadano, y a la que alaba, como buen pitagórico, como expresiva de la armonía universal, pero sobre la que también advierte en relación con su peligrosidad, si no se mantiene sujeta a claras limitaciones, que el propio San Agustín recoge cuando alaba a la música como de inestimable ayuda para comprender la palabra divina, pero a la que denigra cuando produce un deleite que nubla la comprensión racional de la poesía y del texto sagrado.
Ejemplo musical
«Le greygnour bien”, Matteo de Perugia
Esta balada compuesta en la primera mitad del siglo XV, fue un exponente del Ars Sutilior (o arte sutil), una manera refinada y compleja de amalgamar música y texto, incluso extravagante, con múltiples disonancias y ritmos sincopados, lo que dificulta la comprensión de la palabra. Sus obras fueron creadas para un público selecto y minoritario, aunque su influencia sobre la música renacentista fue importante.
El mayor bien que la naturaleza
le ha dado al hombre en este loco mundo
fue el regalo del sentido y de la medida
a través de los cuales adquirió la elocuencia.
Y aún cuando a alguien no le importa
utilizar su profundo conocimiento
para alcanzar la verdad universal
entonces mi corazón no se conmueve.
Seguramente el hombre se degrada
cuando con su visión nublada imagina
que su fama es mayor que la que realmente es.
Nunca debe desear
la fama de los grandes cuando
aún no ha alcanzado la perfección.
Pero también resulta esencial señalar, en esta relación entre música y poesía, la distinción entre la música oficial o religiosa, y la música popular. Y también sus relaciones, que para muchos oficialistas han consistido en contaminaciones de los cantos sagrados por los populares. Ambas músicas han discurrido en paralelo a lo largo de la historia y en casi todas las culturas. Aunque lamentablemente, lo que fue la música popular resulta mucho más difícil de rastrear que la “oficial”, porque sobre esta última existió un interés mayor de salvaguarda y transmisión. En muchas ocasiones lo que fue la música popular, y su relación con la poesía, se ha podido averiguar por su pervivencia en las tradiciones y por la influencia que sin duda tuvo en la música oficial o culta, a pesar de las opiniones de tantos puristas.
Ejemplo musical
De “El lenguaje de las flores”, E. Morente
En este disco Enrique Morente le puso música a una serie de poemas lorquianos. En este caso y sobre un fragmento de Yerma, musicó un fandango.
En el río de la sierra
la esposa triste se bañaba.
Por el cuerpo le subían
los caracoles del agua.
La arena de las orillas
y el aire de la mañana
le daban fuego a su risa
y temblor a sus espaldas.
¡Ay, qué desnuda estaba
la doncella en el agua!
Hay que tener en consideración que la palabra adquiere su “real” significado cuando se le añade su contexto rítmico, de entonación, gestual, corporal y ambiental. El lector, ya sea de prosa o de poesía, aporta con su imaginación este contexto que convierte la fonética abstracta de las palabras en algo mucho más concreto e inteligible a nivel racional y emotivo. Parte de este contexto lo ofrece la “musicalidad” de la lengua hablada, que incluye, entre otras cosas, la particular entonación de cada lengua, dialecto o habla regional. La poesía ha sido el género literario más musical, en la medida en que la versificación se realizaba en atención a ciertas normas de acentuación, duración y rima, lo que convertía también estos textos en “fáciles” para su musicalización y memorización. O mejor dicho, que en tantas ocasiones fueran escritos en relación simbiótica con la música con la que tenían que ser recitados y cantados.
Uno de los más bellos ejemplos históricos de dicha simbiosis entre música y poesía lo ofrece el rey David y su colección de Salmos, aquella música tan celestial y terrenal, que se creó para ser cantada en el Templo, y para la que se fabricaron instrumentos específicos, melodías, poesías, escalas y formaciones corales. La posterior música religiosa cristiana sin duda que incorporó numerosos préstamos de aquélla, aun cuando la estructura de los versos del hebreo fuera tan distinta de la métrica griega y latina. Aunque la poesía hebrea no tuviera ni rima, ni una métrica de acentos o duraciones de sílabas, a diferencia de la métrica de duraciones (larga y breve) que poseía la poesía grecolatina.
Ejemplo musical
“Nigra sum, sed formosa”, F. de Peñalosa
Motete compuesto por Peñalosa, cantor de la Capilla Papal y contemporáneo de Los Reyes Católicos y de Carlos V, extraído del Cantar de los Cantares, poema bíblico de naturaleza místico-erótica y que el el músico castellano compone con una polifonía a tres voces.
Morena soy , pero hermosa, hija de Jerusalem,
por eso el rey me ama y llevàndome a su recamara me dice:
“Levántate, amiga mía, y ven”.
Ha pasado el invierno, ha cesado la lluvia,
han nacido las flores en nuestra tierra,
ha llegado el tiempo de la poda.
La música y la poesía se concilian en esa zona fronteriza de sus respectivos significados y emociones, en esa zona ambigua en la que sus respectivas definiciones se diluyen. Lejos de ser dos géneros artísticos independientes, su evolución histórica y comparativa intercultural les confiere una relación estrecha y universal. La música que acompaña las palabras y que además deforma su pronunciación, un género artístico que sublima el significado de los mensajes y los colorea de tantas emociones.


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