LA PREGUNTA… Y OTRAS RESPUESTAS

Hace unos días se anunciaba la propuesta de convocar a los catalanes a las urnas para decidir sobre la autodeterminación. Mi primera reacción al respecto la plasmé en una entrada en mi blog, a la que ahora desearía agregar la sorpresa gratificante que me ha producido conocer una respuesta diferente, provocativa y de gran calado, que acabo de leer en la edición española de Le Monde diplomatique y que desearía compartir con vosotros.

Se trata del intento de fraguar un proceso constituyente de hondo calado dentro de la sociedad catalana, y que en estos momentos están coordinando dos personajes singulares, la monja Teresa Forcades y el economista Arcadi Oliveres, presidente de la organización pacifista Justicia i Pau. En 2013 promovieron la creación de la plataforma Procés Constituent, en la que a día de hoy ya se han adherido más de cuarenta mil personas en torno a 10 puntos programáticos cuya definición concreta está produciéndose en red gracias a la aportación de todos sus miembros.

Se busca la independencia. Pero no cualquier independencia. Con el objetivo fundamental de crear un nuevo espacio político de democracia popular en la diversidad.

El Procés Constituent tiene una característica que ahora mismo es real, porque así somos sociológicamente: la diversidad. En las reuniones hay personas que se sitúan en el abanico ideológico de maneras muy variadas, y que tienen maneras de enfocar este cambio necesario. El Procés Constituent tiene 10 puntos claros. Hay un proceso que empieza con la nacionalización de la banca, y pasa por las compañías energéticas, por una serie de reversión de todos los recortes. Por tanto, dibuja un panorama social muy distinto del que tenemos: un panorama de ruptura. Esto se sitúa, además, en un contexto catalán con una previsión de una declaración unilateral de independencia si fuera necesario, porque esta sociedad nueva no se va a crear con el beneplácito de las sociedades circundantes.

Se trata de una propuesta anticapitalista,

Es cierto que lo tengo expuesto en otros lugares, pero querría explicar qué quiere decir esta crítica ética al capitalismo. El capitalismo se presenta como aquel que no regula. Pero esto ha sido continuamente contradicho en la realidad histórica. Desde el inicio de la era industrial hasta la actualidad, en los países que se llaman capitalistas ha habido un control del poder político por parte del poder económico. No hay otra explicación al hecho de que haya una fiscalidad inversa a lo que debería ser, es decir, que la presión fiscal se reduzca en las fortunas.

que persigue crear desde la ciudadanía y desde la autodeterminación un proyecto político al margen de los grandes partidos, desde abajo y no hacia arriba, sino en horizontal,

El Procés Constituent no simplifica la situación mundial. Se parte de la complejidad no solamente del mundo contemporáneo sino ya del corazón humano y de lo que significan las relaciones y los equilibrios entre los grupos humanos, y del conflicto como realidad constante que tendremos antes, durante, y después de la revolución. Para mí es importante trabajar este tema del sujeto para no estimular un cambio social radical desde una perspectiva de pureza, como diciendo, “Ahora aquí hay gente que no se comporta como debiere, ahora vendremos los que sí nos vamos a comportar como deberíamos y vamos a instaurar ese cambio social”. Por el contrario, creo que se trata de tomar conciencia de que actualmente hay una serie de reglas de juego que atentan directamente contra la igualdad social. Yo tengo una antropología positiva pero no querría tener una antropología irrealista, en contra del realismo. Mi realismo incluye esa capacidad de abuso de poder. Como dice el Evangelio, “Siempre el que está arriba abusa del que está abajo”.

Y suscribo firmemente las siguientes palabras, que me parece podrían aplicarse a toda una miríada de organizaciones políticas, a toda España.  Atomización, disgregación y muchas, muchísimas fusiones en libertad.

Pero esto genera el peligro de enviar el poder político cada vez más lejos, permitiendo que se establezca cada vez más alejado del sujeto político. Por tanto, esa separación, esa distancia entre el poder político, donde se toman las decisiones relevantes del día a día, del sujeto político creo que es contraria a toda democracia. El dinamismo debería ser el contrario: es el principio de subsidiariedad, acercar en todo lo posible, y solamente delegar en el poder superior aquello que realmente el poder local no puede resolver. Y, por tanto, en esa dinámica, para mí tienen pleno sentido las unidades políticas independientes pequeñas. Es decir, actualmente es defendible la independencia de Cataluña, pero no basada en un nacionalismo de tipo genético identitario cerrado. El nacionalismo catalán o el Estado catalán o la república catalana es una república donde todo el mundo está invitado a formar parte, si acepta las reglas de juego que entre todos nos dotemos, unas reglas de juego abiertas.

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