Ayer escuché esa rara fascinación de Los Mitos op. 30, para violín y piano, del compositor polaco K. Szymanowski, en una versión protagonizada por Isabelle Faust y Alexander Melnikov. Había otras obras, entre ellas las dos sonatas de Fauré, pero hubiese tenido suficiente con la primera obra del concierto, con esos 20 minutos de sutileza tímbrica y mágico ambiente en torno a la fuente de Aretusa, de las Dríadas y Pan, y de Narciso, héroe ensimismado y cuya música me hizo recordar un califacto que le deciqué hace unas semanas.
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