Música alegre, festiva, y para acompañar o complementar otras actividades. Algunos afirman que frívola o poco profunda, sin pretensiones. Pero hay que saber tocar los divertimentos, que normalmente esconden juegos, sutilezas, timbres que hay que saber expresar con gusto, sin alharacas, pero con precisión no carente de dulzura y maneras. Ayer los solistas de la Orquesta de Cadaqués nos ofrecieron tres divertimentos en toda su grandeza y también delicadeza: el estreno de Salvador Brotons, que emocionó al público y que supo acompañar muy dignamente los dos colosales divertimentos que le sucedieron, la Trucha de Schubert, y el septimino de Beethoven. Del concierto de ayer guardo, sin desmerecer a las cuerdas, las sutilezas de los vientos, los juegos del fagot, el clarinete y la trompa, la magia de sus empastes y graciosos gritos disonantes. Un concierto tranquilo, ameno y cordial.
Mafessoli dice que no prestar atención a lo frívolo es una frivolidad.
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Gracias. Aleccionador.
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