La viola da gamba, es decir, el instrumento de madera y cuerda que se sujeta con las piernas, a diferencia de las violas da braccio (familia del violín),tuvieron su máximo esplendor durante los siglos XVI y XVII. Nacieron en España, de donde se extendieron hacia toda Europa, adoptando diferentes formas y sonoridades en relación con el lugar y el tiempo. En Ingleterra los consort de violas de la época isabelina poseen un catálogo de obras muy peculiar y atractivo ligado a la Corte y a las reuniones familiares. Sin embargo, el concierto al que asistí ayer se centró en ofrecer ejemplos de obras ligadas a las tradiciones española y francesa, fundamentalmente, y con una pequeña pero valiosísima obra de un J.S. Bach en cuya época la viola da gamba ya había cedido su protagonismo a la familia de los violines italianos.
En escena, Vittorio Ghielmi con su viola da gamba de 7 cuerdas, y Daniel Oyarzabal improvisando y acompañando al clave. Pudimos apreciar el diferente estilo que adoptó la viola da gamba en los compositores renacentistas españoles, en contraste con el estilo elegante, serio, idiomático y señorial que se creó en Francia. El estilo francés consideró que la viola era como una voix humaine, y por tanto, que debía traducir en música los afectos y emociones que se expresaban oralmente en la lengua francesa. Para ello, M. Marais, uno de los compositores de ayer, le añadió la séptima cuerda grave, para emparentar aun más al instrumento con el timbre humano.
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