Asistí ayer a un concierto para piano de Eduardo Fernández. Tres sonatas de juventud de Beethoven, dos estudios de Ligeti y el estreno de un estudio de R. Paus con el sugerente título de “Estudio para Uracilo, un príncipe genómico”. A Eduardo le ha concedido recientemente RNE el premio Ojo Crítico, y acaba de editar la integral de los preludios de A. Scriabin. Además está realizando su tesis doctiral sobre este enigmático y revolucionario compositor ruso. Por todo ello, las dos propinas que nos ofreció fueron dos preludios del citado disco. Hablamos de la carrera profesional del solista, y claro, de Scriabin y de su apabullante originalidad y extravagante misticismo, sobre cómo toda una serie de figuras míticas y simbólicas las traducía en secuencias musicales. Y la noticia triste fue el fallecimiento de Pérez de Arteaga, ese espléndido y cercano locutor de RNE cuya voz y conocimiento nos ha acompañado a tantos melómanos durante los últimos 25 años, y que la próxima semana le iba a dar su premio a Eduardo Fernández en el Museo de Arte Reina Sofía.
Rui Valdivia 
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