
Tras la revolución inglesa encabezada por el radical y puritano Cromwell, la restauración monárquica inglesa intentará recuperar con boato y lujo el arte musical prohibido por los republicanos. La música de Purcell es la que mejor representa este momento histórico de legitimación de los viejos tiempos monárquicos. El pulcro y soberbio grupo Les Arts Florissants, dirigido por W. Christie, nos ofreció ayer un verdadero jardín de voces a la inglesa, una selección de fragmentos operísticos seleccionados por tratar sobre los misterios de la música (la primer aparte del concierto) y sobre la noche de los placeres (la segunda). Las seis voces solistas fueron los jóvenes galardonados de la octava edición de Le Jardin des Voix, que no sólo nos deleitaron con su magnífica interpretación vocal, sino también por la versión semiescénica que llevaron a cabo bajo la dirección de Sophie Daneman.
Este texto anónimo cantado ayer quizás pueda sintetizar un poco lo que pudimos presenciar:
La música divina que viene de los alto,
cuyo tema sagrado a menudo es el amor
trae con ella armonía del cielo,
conciliando sus melodías en dulce acuerdo,
y aún así, es injusto su error
de llamar al deseo amor.
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