¿POR QUÉ ruivaldivia.net?

Recientemente cambié el dominio de este blog que estás leyendo. Como sabes, ruivaldivia.net. Y me gustaría explicar la razón de esta decisión.

En el mes de mayo de 2012 colgué mi primera entrada, utilizando para ello el texto del primer relato que me publicaron en la revista Viento Sur, “Por última vez”. Mi primer objetivo consistió en ordenar todos los artículos que había publicado durante los últimos años, un primer paso antes de afrontar el verdadero reto, mantener una secuencia continua de reflexiones sobre los temas que me interesan.

Apenas conocía nada sobre tecnología de blog, de esa parte informática que está detrás del proceso de escribir, publicar y conversar en red. Lo que sí tenía claro era que deseaba utilizar un software de código abierto, y como recientemente había tenido una buena experiencia con WORDPRESS, al montar con éxito un portal de comunicación y debate en torno a la cooperación internacional en materia de recursos hídricos, pues me aventuré a montar mi blog utilizando este sistema.

Si pulsas la palabra wordpress en un buscador web, la primera dirección a la que te dirige es a www.wordpress.com, que con el tiempo he conseguido descubrir que se trata de una empresa que con el reclamo de distribuir gratuitamente wordpress (que cualquier persona alternativamente se lo puede descargar de la página real de este software  https://wordpress.org/), lo que realmente oferta es un servicio de hosting (servidor) y de dominio, es decir, un lugar donde colgar tu blog y un nombre que te identifique para que cualquier internauta pueda dirigirse a él.

Para entender mi decisión de abandonar wordpress.com (mi antigua dirección recuerda que era ruivaldivia.wordpress.com) resulta necesario comprender que eso que llamamos internet, la red mundial de comunicaciones digitales, consta de una parte que podríamos denominar como inmaterial (los datos que fluyen), y otra que se compone de la infraestructura (física, material) que sustenta la red y por la que se mueve la información.  Puede decirse que existen dos redes superpuestas y solidarias, la red virtual de la información que se fabrica en tiempo real según los bites que fluyen entre esas personas/dominios que generan y usan la información (la primera imagen que acompaña esta entrada), y la red fija (la siguiente imagen), compuesta principalmente de cables y servidores. La primera es fluida, y se pueden realizar grafos que muestran los principales flujos de datos, pero que hacen abstracción del movimiento real de esos bites, que lo hacen entre los servidores privados que realmente contienen la información, y a través de redes físicas que se han construido y que poseen propietarios.

Cuando pensamos en internet normalmente tenemos en consideración la primera de estas redes, la virtual, y desgraciadamente no contemplamos la existencia de la otra, la física, como si los datos, al igual que el agua o la electricidad que llegan a nuestra casa, lo hicieran “mágicamente” y sin una materialidad que se despliega en el territorio. Existe, por tanto, una red pública y libre de datos que se fabrica según las decisiones de los internautas a la hora de acceder a y disponer de la información. Pero existe por debajo una infraestructura que hace posible ese tráfico que no es pública, ni gratuita, ni libre, y que resulta imprescindible hacer patente, para poder comprender el fenómeno internet y las dinámicas de poder que a su alrededor de suscitan y que tanta importancia poseen para entender el conflicto que se da entre la libertad y el control en la red.

Mi blog lo concibo como un lugar de aprendizaje, ya que el hecho de colocarse delante de ese abismo que es una hoja en blanco, obliga a un esfuerzo intelectual especial que utilizo para intentar estructurar mi pensamiento. Como si ese orden que se vierte en el papel produjera también una ordenación de la propia mente, todavía más necesaria cuanto se sabe que a lo escrito va a tener acceso cualquier lector, lo que me acucia a tener que colocarme en la posición de aquel potencial internauta que por paradojas de la deriva acabe recalando en una de mis páginas. Creo que la obligación de hacerse entender se acaba convirtiendo en la pretensión más potente para poder aprender algo, porque siempre la operación de ponerse en el lugar del prójimo ayuda a saber muchas cosas a nivel de amistad, ciencia, lenguaje y ética.

El blog es un entorno de libertad, y ello produce una gran felicidad, aun cuando sean tan pocas las personas que realizan comentarios o que llegan a leer alguna de tus páginas. De pequeño me preguntaba por qué sólo poseía estos amigos concretos de mi barrio o de la escuela. Que si hubiera vivido en otro lugar, ciertamente habría tenido amigos diferentes. E imaginaba cómo hubieran sido esos otros amigos potenciales que por lugar, momento, idioma, etc. ya nunca jamás podría conocer. En cierto modo un blog te permite hablar con ellos, aunque la mayoría no te escuche, pero en la psicología del blogero este elemento está muy presente, el de imaginar una comunidad amiga de lectores para la que se escribe, con la que nos gustaría comunicarnos. No el mundo, tampoco poseer un ranking elevado de visitas, sino lograr reunir a esos amigos anónimos que quizás la red puede ayudar a reclamar.

Pero esa red en la que escribimos parte de nuestra vida posee, como antes decía, una materialidad que vehicula los bites que se lanzan a la blogosfera. Fundamentalmente un servidor (hosting) en el que reside el blog y al que acceden todos los internautas que teclean el nombre de mi dominio. Un blog es un faro por el que emitimos parte de nuestro ser, un código que deseamos que se mantenga público, libre, accesible y que nadie pueda utilizar para chantajearnos, o lucrarse, que no nos lo puedan cerrar, modificar o controlar según le convenga al propietario del servidor.  Por esta razón, por la de intentar mantener mi independencia e integridad, creí conveniente que debía alojar mi blog en un servidor que me ofreciera confianza.

El siguiente artículo de David de Ugarte, “Internet y comunidad”, me parece esencial al respecto, con claridad y concisión nos expone la idiosincrasia que preside el blog como un elemento indispensable para vertebrar pensamiento, relaciones, comunidades, aprendizaje e identidad. Y también sobre la necesidad de luchar por obtener el control no sólo de lo que se dice sino del medio en el que se escribe, la infraestructura material que es internet y que controlan unas pocas empresas muy poderosas. Comparto las siguientes palabras, razón por la cual cambié de servidor y de dominio:

Al final Internet como red distribuida se basa en algo tan sencillo como que cada cual, cada comunidad, tenga su propio servidor (…) Así que si hay algo que debería aprender toda comunidad es a controlar y manejar un pequeño servidor y hacer correr en él esas herramientas que permitirán la interconexión con otros como él (…) Manejar estas herramientas básicas es tan importante como podía serlo tener y manejar una imprenta para los protestantes y revolucionarios del siglo XVI. Para ellos era la forma de participar en el debate global alternativo de su época sin depender de la generosidad de la Inquisición y sus impresores. Hoy no tenemos Inquisición, pero la NSA que nos descubrió Snowden es tanto o más peligrosa.

Ahora he contratado un espacio en el servidor ponlenombre.com, gestionado localmente por una comunidad de personas que me ofrecen confianza. Allí tengo mi blog con el nuevo dominio ruivaldivia.net. La gestión del hosting, y dado que para ello todavía no poseo suficiente experiencia, la realizo con la colaboración de entramado.net.

Quizás seamos conscientes de la importancia que posee internet para la comunicación del conocimiento, para facilitar la colaboración y la interacción social. Su efecto multiplicador resulta asombroso. Pero también su potencial para crear una cibernética política y productiva. Este último aspecto resulta indispensable para entender el conflicto manifiesto que se da entre una comunidad que desea que internet mantenga el espíritu distribuido con que se creó y a duras penas mantiene, y unos grupos de poder que luchan por su centralización, por apropiarse de cada nuevo avance tecnológico en el camino de la libertad para transformarlo en un nueva arma de control y de generación artificial de escasez.

Terminaré con una experiencia personal en este ámbito. Hace unos años participé en la creación de una agrupación deportiva, la A.D. SAMBURIEL. Un elemento fundamental de interacción y de funcionamiento de nuestra comunidad deportiva consistió en la creación de un blog que manteníamos con mimo. Recuerdo que decíamos que una competición no acababa hasta que cada participante la narraba en nuestro blog. Actualmente la agrupación sigue manteniendo el blog, pero junto con la presencia en redes sociales, vía twitter y fundamentalmente facebook, y por medio de whatsapp, que ha acabado por convertirse en el lugar donde se vierten las narraciones ya mínimas de nuestras gestas deportivas. Pero claro está, de forma siempre un tanto frívola, sin la suficiente reflexión, apenas unas palabras de trámite para despachar eventos que resultan a veces realmente conmovedores y cuajados de emociones.

Si se consulta ahora el blog de la SAMBURIEL se advierte que la mayor parte de las entradas carecen de comentarios, cuando antes consistían en sagas enteras que nos entrelazaban a todos. Se ha transformado en un escaparate oficial de lo que se hace, rígido y muy poco dinámico. Ahora ese esfuerzo se dirige en otros foros más directos, frágiles y un tanto etéreos que poco aportan al debate y a la transmisión de sentimientos y pensamiento. Y sin embargo, todos estamos ahora más conectados, en tiempo real sabemos lo que hacemos todos porque basta con colgar una frasecita desde el móvil para que en ese mismo momento todos lo conozcan y devuelvan los correspondientes emoticonos o pulsen el me gusta. Pero desearía incidir en el hecho de que por el camino se han perdido elementos muy valiosos, y una cosa sobre la que quizás no somos todos igualmente conscientes, y es que estas herramientas son muy cerradas para que gente nueva nos pueda conocer y se integre en nuestras redes. El blog estaba abierto, cualquiera podía saber lo que hacíamos, conocernos y empezar a participar realizando comentarios o simplemente manifestando su interés por venirse a los entrenamientos o las quedadas. Pero al whatsapp, por ejemplo, se accede únicamente por invitación, lo que dificulta realmente que otras personas ajenas inicialmente a la agrupación se puedan unir.

Bueno, ya lo sabes, por qué ahora me llamo ruivaldivia.net

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