FUERZA, VELOCIDAD Y ECONOMÍA DE CARRERA
Como ya se ha comentado, la fuerza muscular es una de las principales limitaciones con las que se enfrenta un corredor popular con objeto de mejorar su rendimiento. Años de entrenamiento a ritmos constantes durante largas horas producen corredores que poseen una gran capacidad aeróbica a los que la fatiga les suele atacar por debilidad muscular: llega un momento en que el ritmo de carrera se reduce (o no se puede incrementar) porque los músculos han perdido fuerza. Por ello se suele oír que “la patata estaba perfecta pero no las piernas”: las pulsaciones bajan y no se pueden incrementar porque los músculos se han agotado. Es un ejemplo que muestra la importancia de objetivar las componentes del rendimiento en los deportes de resistencia y de valorar, en función de la propia forma física, qué elementos limitantes habrá que entrenar para potenciarlos, sin perder aptitudes en los restantes.
El objetivo esencial del entrenamiento de resistencia consiste en extender en el tiempo las capacidades básicas, en aguantar y soportar la fatiga desarrollando la máxima energía. Esa energía que desarrollamos depende de nuestra fuerza y de nuestra capacidad aeróbica. Pero lo que en realidad nos interesa no es la energía en sí misma, sino cómo se transforma en velocidad, en movimiento efectivo. Por ello resulta tan básico entrenar también la velocidad, porque de ella depende en gran medida la eficacia con la que se verifica esta transformación. No nos debe sorprender, por tanto, que durante las primeras semanas de nuestra programación estemos entrenando junto con la resistencia aeróbica, la fuerza y la velocidad, para acabar transformando estás últimas en resistencia muscular y economía de carrera.
Puede consultarse: «El arte del entrenamiento – Parte I, II, III, IV y V«
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